
Hoy os traigo una reseña de un cómic viejuno, añejo y con ese aire de otra época, realizado de otras maneras de escribir y dibujar cómics. Nada más y nada menos que «El Príncipe Valiente» de Hal Foster.
Se trata de una delicatessen. Un cómic realizado por el maestro Harold Rudolph Foster, conocido por Hal Foster, desde 1937 hasta 1971, que pasó a hacer sólo los guiones y los bocetos, mientras John Cullen Murphy lo entintaba. A partir del 10 de febrero de 1980 Hal Foster dejó toda vinculación con su querido Príncipe Valiente debido a su ya avanzada edad.
Pero en todos esos años en los que Hal Foster estuvo en activo, nos dio una de las más grandes epopeyas de la historia del cómic. Y eso, señores y señoras, se merece una reseña.

¿De qué va el Príncipe Valiente?
Para quien no lo sepa, el Príncipe Valiente es una saga río, es decir, es una aventura constante donde hay un inicio y un desarrollo aparentemente infinito sin ningún final a la vista.
El inicio es cuando Val, el Príncipe Valiente, llega a las costas cenagosas del este de Britania con su padre, un rey exiliado del reino ficticio escandinavo de Thule, junto con unos pocos allegados más.
Estos han sido expulsados de su reino por un dictador que han tenido que escapar de una muerte segura y tienen que rehacer su vida en una pequeña parcela de terreno pantanosa.
También está la madre de Val, de origen romano, pero que no sale apenas y que morirá prematuramente en aquellas tierras extranjeras.
Tras un periodo, conociendo el nuevo entorno tranquilamente pero sin pausa, el joven príncipe Val parte en busca de un destino mayor que el de ser heredero de aquellas tierras baldías en Britania y se hace aprendiz en la corte de Camelot, ascendiendo sucesivamente y tras espectaculares hechos de armas a favor del rey Arturo, a escudero y posteriormente caballero.
Tras ello, llevará a cabo las misiones que le encomiende el rey Arturo para pasar más adelante a intentar regresar a su tierra Thule, para poner a su padre en el trono que le corresponde.
Luego, el Príncipe Valiente partirá en busca de aventuras por Europa. Pero cuidado, que una bruja le predijo de joven que… nunca hallarás la felicidad por más gloria que ganes en batalla y te vaya bien en la vida.
Es cierto que Merlín le hará saber mucho más adelante que la felicidad se la busca uno mismo y que no haga caso de las supercherías y supuestos adivinos.
Y así se suceden cientos de aventuras…
Y es que esta saga río a día de hoy aún no ha terminado, pues sigue publicándose en numerosos periódicos estadounidenses.
Ya veis, el Príncipe Valiente se inició así, ya que no fue un álbum tras otro como pasa hoy en día, sino que eran planchas de unas nueve viñetas (o seis más adelante) que se publicaban en diferentes diarios cada semana.
Es decir, el bueno y trabajador de Hal Foster, estuvo enviando semana tras semana, durante más de 30 años, una plancha de excelente dibujo. Él era el creador absoluto de su obra, haciendo también los guiones.
En esta saga no hay capítulos o episodios. Por no haber no no hay ni globos de texto, pues este va en la parte inferior de cada viñeta para no estropear el fenomenal dibujo y que la obra parezca más una narrativa.
A veces hay una tira más familiar, que coincide cuando Val llega de una de sus aventuras y descansa, o cuando alguno de sus hijos hace alguna travesura y nos la exponen con todo lujo de detalles.
Normalmente hay tres escenarios primordiales donde se desarrollan las acciones, aunque Val y Arn irán por muchos más sitios, pero estos que enumero a continuación son los que más se dan:
- Camelot o Britania: Vamos, lo que viene siendo la isla de los britanos, con sus sempiternas luchas contra los sajones, pictos, scotos o incluso britanos mismos.
- Thule: La región escandinava que es el reino de Aguar, el lugar de nacimiento de Valiente. Aquí tendrá sus buenas raciones de acción, ya sea en tierra como en el mar.
- Europa y Oriente Medio: Lo pongo junto porque muchas aventuras se dan cuando está de camino de un sitio a otro. Legendario el episodio contra los hunos de Atila. Aquí también incluyo las Islas de la Bruma, el reino de Aleta, donde suelen ir regularmente y acabar con algún complot para derrocarla.
Pero como digo hay más, Norteamérica incluida, donde irá hasta su hijo Arn cuando es un adolescente.
Por que esa es otra, nuestro héroe, el Príncipe Valiente, va creciendo en la serie. Parte, como hemos dicho, de ser un joven adolescente exiliado, hasta llegar a ser un hombre y con familia creciente.
Nada de héroe al uso de entonces como Flash Gordon o Superman, con novias eternas y donde parece que su tiempo no pasa nunca.
Val tiene amoríos (románticos eso sí, y muy castos) hasta que conoce al amor de su vida encarnado en una reina de unas islas griegas ficticias, las Islas de la Bruma: la reina Aleta. Una mujer guapa, de baja estatura, dicharachera, romántica, mandona,… y rubia.
Será un primer acercamiento un tanto peculiar, puesto que por un equívoco Val piensa que la reina Aleta es una despiadada gobernante. Pero de su particular relación con esta bella dama lo comentaremos más adelante, porque tiene tela el asunto.
Arreglado el entuerto, Val y Aleta se casan y a partir de entonces tendrán sus aventuras juntos o por separado, puesto que cuando Valiente parte a alguna misión de su padre, del rey Arturo o por muto propio, con o sin aliados (normalmente al lado de su mejor amigo sir Gawain), Aleta no se queda siempre en casa suspirando por la llegada de su hombre.
En algunas ocasiones, la propia Aleta se ve envuelta en aventuras igual de peligrosas que las de su marido, quedando su forma de ser muy lejos del arquetipo de la mujer del héroe que se estilaba por entonces, que era la de ser una mujer florero.
De hecho, es habitual las viñetas en las que Aleta regaña, incluso vapulea a un atolondrado Val, que de guerras sabrá mucho pero de mujeres parece que no tanto, como él mismo se repite una y otra vez.
Una época extraña
Se supone que la época en la que se desarrolla la acción del Príncipe Valiente, son los años inmediatamente posteriores a la caída del Imperio Romano, donde la leyenda del Rey Arturo se mezcla con lo tardío medieval para caracterizar la corte artúrica y sus caballeros, pero que no tiene nada que ver con lo que sería adecuado según la fecha, que correspondería al siglo V.
Aquí vemos entonces a caballeros britanos, que no británicos, aunque se nombren ellos mismos como ingleses, cuando las invasiones anglo sajonas todavía no se habían asentado lo suficiente como para llamar aquella zona Inglaterra y menos conocerse entre ellos de esa manera.

A veces parece que Foster no sabe ni él mismo en qué época está su personaje, porque lo mete en situaciones que, por fechas históricas, no podrían sucederle, como la muerte de Justiniano, el saqueo de Roma por los visigodos, los musulmanes árabes y otras tantas.
Es decir, es una mezcla de épocas que debería rechinarnos, aún cuando también mete a los vikingos de por medio y en ocasiones, cuando viajan a Roma o al Oriente, todavía se ven tropas de las legiones romanas. O mete a Atila y sus hunos que son justo antes de la caída del Imperio Romano.
Pero nos da igual cómo lo hace, ya que a los seguidores de este cómic no nos parece mal este conglomerado de anacrónicas eras, vestuarios, armas o hechos. Qué más da, si queda genial.
Damos por sentado que todo es una fantasía y la disfrutamos sin pararnos a pensar qué coño hace un caballero inglés, vestido como en el siglo XIII, luchando contra los hunos de Atila del año cuatrocientos y pico, o con los vikingos del año 800 (que por cierto ¡llevan cuernos en los cascos!).
Ahonda en este espíritu fantástico al ver a cocodrilos gigantescos o bestias que por su tamaño tampoco deberían existir. Aunque es verdad que estos elementos son propios del principio de la saga, tornándose menos fantasioso con el transcurso de las aventuras.
El estilo de Hal Foster
Yo leí el primer cómic del Príncipe Valiente a finales de los años 80 del siglo pasado. Fue gracias a una reedición que editó Ediciones B.
Me compré el número 2, porque se me pasó el primero, y después seguí comprándolos hasta que por falta de presupuesto, y porque ya tenía otras cosas en mente, me quedé en una veintena o menos de números. Los sigo conservando a día de hoy.
Quien lea por primera vez este cómic se quedará un poco sorprendido porque el estilo es claramente desfasado, tipo realista pero con ese aire romántico que se ve a la legua que es algo muy viejuno. A algunos este estilo les podrá echar atrás, pero otros sabrán valorar lo que tienen entre manos.
Desde luego, cuando yo me hice con aquellos cómics debía ser el único crío de quince años que se los compraba. Pero yo siempre he sido muy raro en mis gustos lectores ;) De hecho, por entonces llegué a comprar mi primer juego de rol, que fue, como no, el del Príncipe Valiente de Joc International.
Me maravilló no sólo la acción y la aventura de sus guiones, donde nunca había mucho respiro, también el mismo dibujo en sí. La calidad que destilaba, la enorme variedad de detalles, paisajes evocadores o escenas de lucha magistralmente retratadas.
¿Y esos caballos que me dibujaba el bueno de Foster? No encontraréis caballos mejor dibujados que los de este autor canadiense. La de veces que le imitaría con mis dibujos.
El autor, que amaba la naturaleza y cazaba y pescaba en aquellos bosques profundos de su tierra natal, dejó plasmados muchos de esos escenarios en las aventuras de su príncipe, porque, al igual que al autor, a Val le gustaba irse de caza o pesca cuando sus deberes caballerescos le dejaban, algo que pasaba de manera regular.
En esas escenas Hal Foster daba lo mejor de sí mismo. Con impresionantes bosques, cascadas, montañas… nada se le resistía y todo parecía grandioso.
Ese nivel de detalle en los fondos no era nada habitual en los cómics que se hacían por entonces, cuando los autores, seguramente achuchados por las prisas de sus editores, ahorraban tiempo dibujando unos fondos sosos y anodinos.
Pero con el Príncipe Valiente tenías la seguridad de estar visitando unos lugares fantásticos, y ojo, no sólo en la naturaleza, también en las diferentes ciudades y pueblos por donde pasaban los protagonistas.
Hal Foster se documentó y muy bien para llevar al papel su obra. Armas, edificios, vestimentas,… todo lo investigaba para darle más realismos a sus historias.
Por eso se tiraba 50 horas para realizar una sola plancha en blanco y negro, ya que el color se lo añadían otros posteriormente.
Las batallas, tanto campestres como asedios a castillos, son una delicia, con viñetas que muchas veces ocupaban gran parte de la plancha y nos mostraban la acción en todo su esplendor.
Muchas de esas viñetas fueron luego copiadas por otros autores de otras sagas. Se me viene a la mente el cómic de Conan el bárbaro como uno de los otros cómics donde descubrí varias veces la copia (mala) de este tipo de escenas.
El estilo de Foster también tenía sus peros. Como hemos comentado, ponía cuernos y alas en los cascos con demasiada alegría.
La cara del propio Príncipe Valiente se nos aparece sospechosamente reflejada en otros personajes distintos, u otros personajes tenían también las mismas caras y peinados que ya habíamos visto en otros personajes y situaciones.
Es que, después de tantos años dibujando a tanta gente tenía que pasar. Al igual que las situaciones. ¿Cuántos castillos asediados, cargas de caballería, damas en apuros, raptos de Aleta o ir de aquí para allá como pollo sin cabeza, que eran casi un calco de otras historias ya contadas, ha tenido la saga del Príncipe Valiente?
Pues es normal, como digo. Con más de 30 años relatando aventuras no tenía que ser fácil no repetirse. Por eso, todo se le perdona a este magnífico autor.
Hubo aventuras memorables, como la del principio de la serie con Val y su raid contra los hunos de Atila por Europa. O el viaje a Norteamérica persiguiendo al raptor de una embarazada Aleta que tendrá a su hijo en el continente que Colón descubriría mil años más tarde. En serio, si queréis leer sólo algo de este título, hacedlo con esas primeras aventuras.
Es que son cientos de aventuras: los regulares ataques de los sajones a Britania, los castillos solitarios que aguardan reyezuelos que secuestran a Val, Gawain o Aleta y hay que rescatarlos, los viajes atravesando Europa por tierra o por mar, hacia Jerusalén, Roma, África o donde sea.
Y aunque no lo parezca, como ya hemos visto antes, el tiempo pasa en la saga. A veces lento otras más rápido. Se supone que Val y Aleta se casan cuando ellos no tienen ni veinte años. ¡Y el Príncipe Valiente ha pasado ya un mundo de aventuras antes que eso!
Luego llegará Arn, el primogénito, después las gemelas Karen y Valeta, Galan y por último Nathan. Una gran familia que se irá metiendo en sucesivos líos a lo largo de la saga.
Arn, por cierto, irá cobrando cada vez más protagonismo, con sus propias aventuras y junto a su padre también, ya que el chaval salió más cabra loca que su padre.
Valiente y Aleta, una relación tempestuosa
Otra cosa que puede chocar al lector actual es el tema del trato a la mujer, que hoy en día (afortunadamente) estamos más concienciados.
Pero en el Príncipe Valiente, máxime si está enfocado en la baja Edad Media, tenemos a damiselas que suspiran por los caballeros, o que se desmayan al paso de sir Gawain, o damas que requieren de un fuerte brazo varonil para solventar cualquier problema.
Esto sería en realidad una nimiedad, al verlo como un producto de su época y hay que verlo así, sino fuera porque hay algunas viñetas en las que se recalca que la mujer le debe obediencia a su señor (tal cual) y en contadas ocasiones alguna dama recibe una «cariñosa» azotaina de su marido por algo que esta hizo mal.

Ya digo que hay que ver esta serie sin prejuicios, ya que es posible que Hal Foster añadiera esos momentos pensando que la Edad Media trataban así a las mujeres, aunque me da a mí que en su época la cosa no había variado mucho más.
El caso es que, al menos hay mujeres que se salen del cliché de la época, tanto de la del Príncipe Valiente como la del autor, ya que se las muestra, sobre todo con Aleta, «obedeciendo» a su pareja pero haciendo realmente lo que ella quiere.
Al contrario que la sosa novia de Flash Gordon, por poner un ejemplo de las «chicas de» que había por entonces en el cómic, Aleta se mete en fregados y sale de ellos por sí misma, sin ayuda de su esposo, que normalmente está en algún país lejano con sus propias aventuras.
Y en más de una ocasión su oportuna intervención, normalmente hablando con terceros, solventa un problema a su marido u a otra persona.
Aleta protege a su familia con determinación y no se amilana ante algún miserable mercenario que viene a llevársela.
Ella es rubia, pero no tonta :) Si tiene que leerle la cartilla a su suegro, el rey Aguar, lo hace. Incluso al mismo rey Arturo.
Y a Val… bueno….
No son pocas las veces que Val se va refunfuñando como un crío porque se ha disgustado con Aleta por algo y esta le ha puesto de vuelta y media.
Al final siempre acaban haciéndose arrumacos y enterrando el hacha de guerra, lo que me hace pensar que todas esas escenitas en realidad era algo que les ponía cachondos, ¿no?
Valiente y Aleta parece que tienen un amor tan empalagoso como extraño, casi tóxico diríamos hoy en día.
Como ya hemos comentado, ya empezó mal la relación de estos dos cuando se conocieron. Valiente, pensando que Aleta era una bruja que le había hechizado (ya ves tú) y que era una reina cruel, la secuestró y se la llevó ¡encadenada! para humillarla, según sus propias palabras, delante de las cortes europeas.
Pero es que Valiente tiene más comportamientos extraños, casi rallando el masoquismo. Sobre todo cuando se enfada con su esposa, algo que por otra parte, casi parece divertir a esta.
En toda la saga Val demuestra una y otra vez que es un guerrero de lo más inteligente, fuerte y competente, pero a la hora de tratar con Aleta se ve superado, es un completo imbécil y la verdad es que da vergüenza ajena comprobar cómo su comportamiento con ella no mejora con los años ni con varios niños a cuestas.
Valiente no sabe cómo comportarse con su mujer, a la que es capaz de dar unos azotes en el trasero para «comportarse como un crío ante ella «reconducirla» en sus deberes maritales.

Es una relación tóxica a mi modo de ver, pero que la misma Aleta justifica diciendo que su marido es su amo y señor pero que al final hace lo que ella quiere. Bueno sí, pero el tío va y le da azotes en el culo como si fuera un maltratador de tres al cuarto.
De hecho cuando ocurre ese momento, Aleta le echa de su lado y se enfada con él, pero cuando lo ve alejarse, a un lastimero autoexiliado y compungido Valiente, ella piensa para sí misma que bueno, ya vendrá y entonces dejará que su maridito le dé los azotes que él quiera. Tal cual.
¿Pero qué clase de relación es esa? Amigo Hal, ¿eran así las costumbres de la época medieval o las de tu época más bien?
Eso explicaría que a la mínima el Príncipe se larga de aventuras y deja a Aleta y a los críos durante una buena temporada. Sí, mucho amor y tal pero como digo, a mí eso no me parece una relación sana.
Eso sí, cuando se trata de manejar las relaciones de mujeres con otros, Valiente demuestra muchas veces que es un perfecto casamentero.
No son pocas las veces que se ve envuelto (a veces queriendo y otras sin querer) entre un amor imposible entre un hombre y una mujer que se aman pero que, por distintos motivos, no pueden estar juntos.
No pasa nada, para eso está el príncipe que siempre gracias a su proverbial inteligencia, resolverá el desaguisado y, normalmente, hará que los amantes tengan una incipiente vida en común gracias a él y sus artes.
Pero para ir ya acabando, quitando la poca pericia de su relación con Aleta, el cómic es una maravilla que recomiendo a cualquier lector de cómics que se precie.
Si no has leído al Príncipe Valiente de Hal Foster te estás perdiendo una de las joyas del noveno arte. Y aunque el tema te aburra, al menos ojea alguno de sus cómics y comprueba el nivel de calidad de su arte.
Sólo con eso comprobarás que no te he mentido al tener a este cómic en tan alta estima.
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