Antes de nada os pido perdón por la ausencia. Han sido meses rarunos, ya que me he quedado sin trabajo y he estado (estoy) haciendo cursos como si no hubiese un mañana :) Espero poder ir actualizando el blog con más frecuencia.
Y ahora, pasamos al tema de esta entrada.
Mi mujer me dijo hace algún tiempo, al leer mi novela corta «El poder», que tenía expresiones típicas mías. Mi padre me dijo lo mismo al leer «Superviviente». ¿Entonces, se preguntará alguno, tengo un alter ego reflejado en esas novelas?
Quien me conozca y haya leído algo de mi obra seguramente afirmará lo mismo que mi familia y, sin ánimo de sentar cátedra, apostaría a que esto le pasa a cualquier juntaletras.
Hay algunos autores consagrados en los que en sus textos a veces se reconocen expresiones ya leídas en otros trabajos suyos.
Eso forma parte del estilo literario de un escritor, aunque si se abusa se corre el riesgo de parecer repetitivo.
Pero no es por ahí por donde yo quería ir.
Tengo dos novelas narradas en primera persona: Superviviente y El poder. Y os puedo asegurar que a pesar de recurrir a ese recurso narrativo, ambos personajes no tienen mucho que ver conmigo. El de El Colono tampoco, pero como está narrado en tercera persona parece que es más fácil desligarlo del autor.
Es lo malo de la primera persona, que a veces algunos piensan que estás trasladando tu pensamiento a un personaje, cuando en realidad, lo que yo hago al menos, es ponerme en la piel de ese tipo de persona y actuar como tal, poniéndole acciones y palabras que, espero, deberían casar con esa forma de ser.
Es decir, que puedo, en un momento dado, meter alguna expresión típica mía en un personaje, pero de ahí a hacer mi alter ego literario media un abismo. He de reconocer que alguna frase la he metido casi a modo de auto homenaje ;)
Son frases hechas que son fácilmente identificables por quienes me conocen y que puede llevar al error que he comentado y que no es más que un inocente juego.
Hay muchas cosas que jamás haría o diría yo en la vida real y que, sin embargo, realizan o dicen mis personajes. Sé que esto no debería ni explicarlo.
Los lectores habituales saben distinguir perfectamente cuando están leyendo ficción o realidad, pero siempre hay alguno que puede pensar otra cosa, de ahí este post. Yo no soy de los que aprovechan los diálogos para poner sus pensamientos personales.
Puede pasar alguna vez, no digo que no, pero no es lo normal.
Lo que sí hago es tomar algunos escenarios que conozco para situar a mis personajes. Muchos de los sitios que reflejan mis novelas son lugares donde yo he estado, o son muy parecidos a otros pero yo los situó en otro entorno. Esto creo que es un recurso habitual para dar más verosimilitud al relato.
Los protagonistas de mis novelas
Para Miguel, el prota de mi novela postapocalíptica mundialmente reconocida XD no me inspiré en nadie en particular. Como empezó siendo una blognovela apenas tuve tiempo de desarrollar antes al personaje principal, que fue adquiriendo su personalidad definitiva según iba publicando las entradas.
Quizás por ello, en algunos momentos, puede parecer un personaje con conductas un tanto arbitrarias, aunque debido a la historia esto viene hasta bien.
Digamos que Miguel empezó siendo un personaje neutro para mí, con quien no me identificaba más allá de los lugares por donde andaba, pero que poco a poco fue tomando impulso. Lo que sí tenía claro es que no quería que fuese un héroe típico. Tenía que tener secuelas de lo que iba pasando, que le fueran lastrando a medida que transcurría el tiempo.
Si acaso, es posible que el Miguel del principio de la novela sea ese oficinista típico que vemos a diario en el tren, o en el espejo diría alguno :) Un ciudadano tipo, que no hace más que pagar impuestos y ver cómo otros más listos, o con menos vergüenza, los evaden o medran en la vida.
Es un personaje, como digo, algo desdibujado al principio porque no es más que el representante del tipo gris que todos llevamos dentro.
Sebas, el pobre protagonista de El poder, es una caricatura a juego con el tono desenfadado del relato. Es una amalgama de diferentes arquetipos de personajes cómicos, que van desde el tímido enfermizo al inteligente cerebrito con más de un síndrome de personalidad.
Este tipo es el más alejado a mi forma de ser, aunque sea el personaje más divertido de escribir para mí. En él sí tuve que ponerme en la piel de una persona así, para no llevarlo a un comportamiento que no casaría con su forma de ser si lo hubiera convertido en un Don Juan, como pensé en un primer momento.
Y hubiera sido divertido poner a un tipo con tantos problemas de socialización, sobre todo con las mujeres, ligando con éxito con todo lo que se moviera.
Pero no hubiera sido creíble. El propio Sebas se queja de esto mismo en el relato y prácticamente llega a la misma conclusión ;)
Otros personajes principales o secundarios
Lo aplicado anteriormente también valdría con los demás personajes del relato. Puedo inspirarme en el aspecto físico de alguien o en su forma de ser, pero no me gusta calcar a alguien real para plasmarlo en un relato.
Más que nada porque si tengo en mente a una persona y la traslado al papel (es un decir) ya no me la quito de la cabeza y odio ponerle aspecto a un personaje.
Como os habrá pasado muchas veces, te puedes haber leído todos los libros de Juego de Tronos, que ves un par de episodios de la serie y ya no puedes desligar a Tyrion Lannister de su actor.
Eso me fastidia, aunque reconozco que borda al personaje y que difícilmente habrá otro mejor; pero es que a mí me gusta imaginarme a los personajes de los libros, por eso incluso no me gusta describirlos demasiado en mis escritos, para que el lector pueda dibujarlo como le plazca siempre dentro de unas directrices muy básicas.
Aborrezco esas descripciones hiper-realistas que hay en muchas novelas, que te dicen hasta la marca de calzoncillos que lleva ese día si no es importante para la historia.
Para Sara, la protagonista de Superviviente, quería una chica mona pero no despampanante. Es bajita, con carácter y muy celosa. En un principio pensé en ella como una de esas llamadas «canis» de barrio, una de las muchas chandaleras con quien me cruzo a diario en el transporte público o saliendo un poco de mi barrio actual.
Cuando vivía con mis padres me crié en un barrio donde abundaba esta clase de personas, así que las conozco bien. Sin embargo, Sara mutó antes de dejar salir su lado previsto, porque no quería que el tono del relato derivase a una especie de comedia al estilo de esas series patrias tan chabacanas como insoportables de la tele. Sí, esas de vecinos que ya conocéis. Así pues, nuestra amiga terminó siendo una chica de clase media al gusto del protagonista :)
En «El poder» tenemos a una chica que sí que tiene un fondo de barrio muy marcado. Pero no al estilo «cani» sino algo más hippy.
En «El Colono» quise alejarme del arquetipo de heroína todo lo posible y creo que lo conseguí, al menos en lo que a físico se refiere. En ella sí dejé claro algo más que en otras su aspecto, pues quería dejar claro que esta no iba a ser una Dejah Thoris marciana.
Así pues, todos los personajes, como ya he dejado claro, tanto principales como secundarios, para mí no tienen físico. Son entes desenfocados, que deberían adquirir la forma que el lector de turno les adjudique en su mente. Yo no me inspiré en nadie así que para mí también son lo mismo.
Juan dice
Hola Emilio, gracias por comentar. Supongo que hay que hacer de actor a la hora de ponerse en la piel de los personajes, sobre todo cuando son desagradables y hay que mirar todo con sus ojos.
alcorze dice
Interesante lo que cuentas sobre los personajes y sobre cómo intentas ser tú el que se meta en su piel y no elllos los que cojan cosas de tí. Hace ya unos cuantos años que leí Superviviente, y sus distintos finales, y El colono pero recuerdo con cariño a esos personajes forzados a ser solitarios por las circunstancias. El poder ya no recuerdo si la leí y luego recuerdo también La amenaza Dronion. Un saludo y mucha suerte, Juan. Un abrazo.