«Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945», de Max Hastings (Reseña)

Reseña de «Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945», de Max Hastings. Un libro sobre la Segunda Guerra Mundial distinto a lo habitual.

Queridos mamá y papá: La guerra es terrible, es verdaderamente espantosa. No tenéis idea de lo que duele ver a los chicos de nuestro país acribillados a balazos, heridos, sufriendo el dolor y el agotamiento, y los que caen para no volver a moverse nunca. Cuando termine esta guerra voy a valorar y respetar más que ninguna otra cosa la dulzura, la ternura y la delicadeza…

Carta del teniente Richard Kennard de la 1ª división de Marines. «Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945».

Introducción

Hacía tiempo que no escribía una entrada en el blog, pero es que me está resultando un poco difícil dedicarle tiempo por motivos que no vienen al caso.

Sin embargo, he creído oportuno escribir una reseña de un libro sobre la Segunda Guerra Mundial que me ha parecido especialmente recomendable: Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945, de Max Hastings.

Anteriormente me había leído, del mismo autor, Armagedón: la derrota de Alemania, 1944-1945, sobre la Segunda Guerra Mundial en el escenario europeo. Este me dejó tan buen sabor de boca que decidí leerme el Némesis, sobre el escenario de la guerra en el Pacífico.

¿Por qué reseño este y no el otro si me gustó también? Pues porque este me ha gustado más y porque la guerra contra Japón la tenía más verde. He leído incontables obras sobre la guerra en Europa y quería saber más sobre la otra guerra paralela que fue la de Estados Unidos contra el Imperio Japonés.

Porque eso es lo que fue: otra guerra que no tenía apenas nada que ver con la que se desarrollaba en Europa. Para esto los USA hicieron una hercúleo esfuerzo tanto militar como industrial para mantener a sus tropas (y las de sus aliados, incluidos los soviéticos, todo sea dicho) en dos escenarios tan distintos como igual de brutales en lo militar.

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Género ciencia ficción - space opera
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Seguro que conocéis a Antony Beevor, el reputado historiador especializado en libros enormes y jugosos sobre el mismo tema. Pues bien, aunque lo parezca, se puede leer a Beevor y a Hastings sobre los mismos temas y no quedar empachado. ¿Por qué?

Pues porque aunque escriben de lo mismo, sus estilos son muy diferentes; y ambos, al menos para mí, igual de válidos y atractivos.

Beevor es un especialista en enumerar formaciones, planes, tácticas, unidades, y aderezarlo con anécdotas e historias que humanizan el relato, que a alguno podrá parecer espeso por su enorme despliegue de datos militares.

Confieso que a mí no me importa que el texto a veces pueda llenarse de divisiones, frentes y ataques por el flanco. Me gusta el tema y aunque sé que se me van a olvidar tantos datos en poco tiempo, disfruto con su lectura.

Max Hastings, por el contrario, nunca abusa de esto. Nunca detalla las batallas con esa clase de datos militares. Cuando nombra una unidad es porque es importante para el relato o la anécdota que está contando. No vamos a leer un libro al uso de la Segunda Guerra Mundial, pero tampoco se busca eso. Sólo quiere humanizar la tragedia; ponerle nombres a los protagonistas, aunque sean el enemigo.

En sus obras leeremos pequeñas historias encuadradas en algo más grande. De víctimas de bombardeos, de soldados por supuesto, de generales, de civiles que huyen o participan en el conflicto…

En definitiva, leer a Max Hastings no es leer una enciclopedia de guerra, si no un libro donde el componente humano es el verdadero protagonista.

Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945

Llegados a este punto, pasemos a valorar este libro sobre la guerra del Pacífico.

Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945, de Max Hastings
Némesis: La derrota del Japón, 1944-1945, de Max Hastings.

Como en otros libros de Max Hastings, en Némesis no encontraremos un relato pormenorizado de lo sucedido en la guerra del Pacífico, ni siquiera seguiremos fechas de forma inamovible.

Aquí iremos pasando por diferentes momentos, desde el inevitable ataque nipón a Pearl Harbour hasta la firma de la rendición incondicional de los japoneses.

Entre medias, campañas como la británica en Birmania, los ataques de los bombarderos norteamericanos, Iwo Jima, y otros lugares más o menos conocidos: el trato (malísimo) de los japoneses a sus prisioneros de guerra, el despiadado sadismo de los nipones contra los ciudadanos de los países ocupados, la China ocupada, el papel de los rusos al final de la contienda, la bomba atómica,…

Hay muchos temas y muy diversos que no se hacen para nada pesados, a pesar de la gran extensión del relato. Buena «culpa» de ello es el estilo de Hastings a la hora de darnos a conocer todas esas historias.

El autor británico se basa sobre todo en las vivencias de primera mano de los protagonistas, tirando de cartas, informes, entrevistas y demás para sacar una información que normalmente no suele salir en este tipo de ensayos bélicos.

El propio Max lo explica:

En Gran Bretaña y los Estados Unidos he realizado entrevistas con veteranos, pero he centrado mi investigación, sobre todo, en las grandes colecciones manuscritas y documentales que hay a disposición de los estudiosos.

Como decía, no tiene tanta importancia la enumeración de batallas o tácticas como las vivencias de los soldados o civiles que allí se encontraron.

Gracias a ello podemos comprender un poco mejor cómo eran aquellos hombres y mujeres que lucharon y murieron en muchos casos, qué motivaciones tenían los famosos kamikazes, por qué actuaban así esos generales norteamericanos o japoneses.

O la obcecación del general MacArthur con regresar a Filipinas que correspondía más a un deseo personal que a una necesidad estratégica.

Por cierto, de este general ya había leído cosas malas, pero Max Hastings nos lo retrata como un megalómano narcisista con mucho marketing detrás. ¡La de sangre que costó su forma de hacer las cosas!

Llama la atención, leyendo este libro, la competencia (a veces no muy sana) que había entre el Ejército de tierra y la Marina de Estados Unidos. Parecía como si cada uno hiciera la guerra por su cuenta. Y es que, a diferencia de la guerra en Europa, las enormes distancias del Pacífico hacían que las marinas de guerra tuvieran más importancia que en otros escenarios.

Esta competencia les llevó a dar lo mejor de sí a cada cuerpo, aunque también a una insólita lucha por destacar ante la opinión pública. Luego se metería la Fuerza Aérea por medio, con sus bombardeos indiscriminados en Japón que a punto estuvo de doblegar por sí mismos a los japoneses antes de las bombas atómicas,… o al menos eso es lo que ellos creían.

También da un buen repaso a la deslucida campaña del ejército británico en aquella parte del mundo, que sólo se redimió al final de la guerra tras una apabullante derrota en todos los frentes de Asia, con unos mandos mediocres que habían llevado en Singapur a la mayor derrota del ejército británico en toda su historia.

Su marina tampoco tuvo su mejor momento, con hundimientos de varias de sus mejores unidades nada más empezar el conflicto y participando como meros auxiliares de los norteamericanos que no querían que los británicos, ni ningún otro país, se adjudicaran algún mérito más en la victoria contra Japón. Aquella era una guerra norteamericana y ya se ocuparían de que así siguiera siendo.

No es para menos, la capacidad industrial y militar de Estados Unidos era tal que de sus fábricas salían cada mes más aviones que los que podían pilotar sus pilotos disponibles.

Algo que me ha llamado la atención y que no conocía era la mala actuación de los australianos en esta guerra.

En teoría los aussies jugaban en casa, pero acabaron teniendo un papel meramente secundario, como fue el rematar las posiciones japonesas que los yanquis iban dejando mientras avanzaban de isla en isla.

Una tarea desagradable y sin ningún reconocimiento que desalentó a aquellos hombres que habían sobresalido en la guerra del desierto contra las tropas de Rommel y que ahora morían rindiendo unas guarniciones que podían haber cercado y esperado a que terminara aquella guerra que ya estaba en sus fases finales.

Hubo hasta algún amotinamiento de unidades y en la misma Australia los movimientos sindicales y la opinión pública esperaban que su país abandonara aquella guerra que tantos muertos provocaba por tan poco.

Otra de las cosas que me han llamado la atención ha sido comprobar el terrible comportamiento de los soldados japoneses ya no sólo con los prisioneros de guerra, que por películas ya hemos visto, si no también con los civiles de los países ocupados, destacado la monstruosa matanza en varios lugares de China, que aún hoy es motivo de fricción entre ambos países.

En aquel país, los japoneses hicieron palidecer hasta a los alemanes por una brutalidad que no se explica.

Quien esté buscando un libro más académico sobre este episodio de la Segunda Guerra Mundial, seguramente no salgan convencidos de esta lectura. Quizás les conviene más a algún autor tipo Beevor, como ya he comentado anteriormente.

En fin, que hay muchas anécdotas, historias, curiosidades, vivencias,… Imposible de resumir aquí. Léanlo y ya me contarán.

Interacciones con los lectores

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