Me he leído, en un tiempo récord, el libro «Mi casco por almohada«, de Robert Leckie y voy a reseñarlo junto al de «Hermanos de sangre» de Stephen E. Ambrose.
Ambos relatos narran las andanzas de un conjunto de hombres que combaten en una de las guerras más cruentas de la historia: la Segunda Guerra Mundial.
Si bien lo hacen de una forma tan distinta que merece darles un repaso a los dos a la vez. Lo que tienen en común, y es más conocido, es que ambos libros fueron tomados como «inspiración» para sendas series de televisión de bastante calidad (el tío Spielberg está detrás, no digo más).
«Hermanos de sangre»
El libro «Hermanos de sangre», (su título original es «Band of brothers») nos narra las vicisitudes de la Compañía E (Easy) de la 101 división aerotransportada estadounidense. Una unidad de élite que se estrenó en aquella guerra y que a día de hoy es de las más agrupaciones militares más conocidas .
El libro está escrito por Stephen E. Ambrose, un historiador ya fallecido con un montón de libros de historia militar a su espalda.
El hombre quiso profundizar en las acciones de aquella unidad y se entrevistó con cientos de veteranos, investigó en incontables diarios de soldados, artículos, cartas y demás contenido escrito para dar verosimilitud a su relato, aunque no es una novela, ojo.
Es un ensayo sobre las andanzas de la Compañía E desde el desembarco de Normandía, el 6 de junio de 1944, hasta la rendición de la Alemania nazi en mayo de 1945.
No voy a contar nada de las aventuras y desventuras de aquellos hombres, para eso les recomiendo que lo lean, sino de la forma en que está escrito.
Ambrose, desde el primer momento, nos da muestras más que evidentes de su admiración por aquellos hombres. De la forma en que crearon un grupo más que familiar y efectivo, desde que se preparaban en Estados Unidos, hasta que saltan y combaten en Normandía, Holanda, Bélgica y Austria.
Como si fuera un periodista nos da datos, muy detallados y bien documentados, de todas las unidades, lugares, enemigos, etc, que enriquecen el texto sin resultar agobiantes.
A mí me gustan los libros de la Segunda Guerra Mundial, incluso los «duros», los que son una sucesión de datos y datos a «cascoporro» sin mucho elemento humano que ablande un poco los textos.
Pero este combina los datos con las historias de aquellos chicos y crea un libro ameno de fácil lectura aunque con bastante aire patriótico (lógico porque él mismo dijo que quería homenajear a los veteranos de la Compañía E) y que fuera de los USA puede resultar hasta un poco ridículo.
El regusto que te deja este libro es el de haber leído las andanzas (sin ahorrarnos el horror de la guerra) de un grupo de chavales estadounidenses, sonrosados y majetes en el fondo, que se sacrifican por la libertad de su país y de Europa, de paso.
Chicos a los que se les perdona alguna que otra travesura porque se metieron en los fregados donde otros escurrían el bulto (véase la batalla de las Ardenas, cuando ellos fueron al derrumbado frente aliado cuando los demás se retiraban en desbandada).
He leído el libro y he visto la serie homónima y me quedo (sin dudarlo) con la serie.
Esta tiene una profundidad que el libro no tiene, quizás el uso de las imágenes le de ventaja.
La serie refleja (con exactitud) todo lo que dice el libro, pero comparándolo, este último parece más «ligero» que la serie, como si no tuviera la enjundia y el dramatismo que destilan los capítulos, soberbiamente realizados, y la verdad es que si ya has visto la serie y lees después el libro, te quedas como si primero te comes un entrecot y luego un caldo de «sopinstan», que es lo que me ha pasado a mí ;)
«Mi caso por almohada»
Este libro autobiográfico de Robert Leckie tiene en común con el anterior que transcurren en el mismo periodo histórico. Pero son totalmente distintos en su forma de narrar los hechos de la guerra.
En «Mi casco por almohada» el texto está novelado y contado en primera persona.
Relata las andanzas de un marine de la Compañía H de la Primera División de la infantería de marina norteamericana.
Para los que no lo sepan, todas las divisiones de marines norteamericanas fueron desplegadas en el teatro de operaciones del Pacífico, en la lucha contra los japoneses, mientras que en los campos de batalla europeos fueron los paracaidistas (como los de la 101 división) y los Rangers los que hicieron de tropas de élite norteamericanas.
Cuerpo distinto, lugar distinto, formas de combatir distintas, y también la forma de narrarlo. No sólo por el hecho de ser autobiográfico, sino en la manera de abordar la historia.
Leckie y sus camaradas de unidad son (al igual que los de la Compañía E) un grupo de veinteañeros que en principio se alistan voluntarios y que, con el paso del tiempo, lo único que desean con todas sus fuerzas es el billete de vuelta a su país.
Leckie no habla de patriotismo, no ensalza la intervención yanqui y jamás da la impresión de ser un «chavalote» saludable como nos han querido mostrar muchas veces de aquellos soldados.
Él es un joven que se emborracha siempre que puede, que roba siempre que puede y que en los combates dispara a un enemigo que apenas se deja ver.
Su camarilla y él mismo son unos chicos «malotes» que con frecuencia visitarán los calabozos debido a su errática conducta, alejada del arquetipo del «glorioso» marine, aniquilador de japos.
Leckie filosofa muchas veces con el sin sentido de aquella matanza, de lo absurdo que es que unos hombres, en lo mejor de la vida, mueran de aquella horrible manera y en aquellas penosas condiciones.
No hallarán demasiado optimismo en sus páginas, ni el ensalzamiento de la guerra o el ejército, antes bien al contrario.
Los marines que nos muestra el autor están más tiempo cavando trincheras que combatiendo, pasándoselo bien en los permisos o robando víveres que pensando en combatir por su país.
Intentando escaquearse del servicio que presentándose voluntarios,… en definitiva, comportándose como se esperaría de unos chavales en una guerra.
Pero por todo ello es un libro más «realista» que el otro, en lo relativo a la profundidad moral que alberga los pensamientos del autor.
No hablo del realismo de la guerra en sí, de los combates, algo que los dos libros reflejan bien, (sobre todo lo vemos en la serie «Hermanos de sangre», donde la sangre salpica al espectador).
Me refiero a algo más trascendental como son los pensamientos del combatiente.
Si bien en los dos libros se muestra la dureza de la vida en campaña, es en «Mi casco por almohada» donde se retrata mejor el desasosiego del combatiente de primera línea y da más pie a comprender el por qué de la desesperación de muchos soldados por salir de aquel infierno.
Una curiosidad, en todo el libro todos los personajes tienen un mote y jamás se les nombra con su nombre verdadero. Algo común en los marines y que el autor mantiene en la redacción. El mote describe a la perfección la principal característica física o la forma de ser de cada hombre.
Leckie también tiene el suyo, aunque sólo en la parte final nos será revelado. En «Hermanos de sangre» todos los hombres tienen su nombre y apellido. Otra diferencia más.
De «Mi caso por almohada» se hizo una serie titulada «The Pacific» que pude ver hace un tiempo y que, en líneas generales, sigue perfectamente la novela. Esta serie también bebe de otra novela: «Diario de un marine», de Eugene B. Sledge, quien en la serie es interpretado por el chico de Jurassic Park. De este libro hablaré en otra ocasión.
Si bien reconozco que es una buena serie bélica, me gustó más la de «Hermanos de sangre», pero se deja ver y es también muy buena.
Los actores son soberbios y no chirría ninguno, incluso el actor que en su día interpretó al pequeño Tim de «Parque Jurásico» y que aquí borda su papel de soldado bisoño que madura a base de bien en la guerra y que, como tantos otros, acabará marcado por aquella terrible experiencia.
En definitiva, los dos libros son recomendables, pero no busquen en ellos lo mismo.
Si leen «Mi casco por almohada» queriendo leer una especie de «Hermanos de sangre», pero en el Pacífico, se van a decepcionar.
Léanlo desde la óptica realista de un ex marine con un deje de amargura y se meterán de lleno en su lectura. Yo lo hice y no me decepcionó.
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